Ayer (2º día de trabajo tras mi semana de descanso) ya fuí sin ganas.
Y ayer, me soltó otra florecilla de esas que me están mermando. ¿Por qué no me acostumbro?

Al salir del trabajo, mientras iba en el bus, traté de hacer un ejercicio mental que me enseñó mi madre a hacer para cuando algo me dolía, pero aplicado al "reconcome" que me provoca esta señora. A ver si conseguía eliminar esa sensación. Y creía que lo había superado más o menos, cuando estando en casa, después de cenar, rompí a llorar sin razón aparente, más que la del agobio que llevo encima, y que por algún lado tiene que salir. Y sale por mis ojos.

¿Cómo puede ser que permita (yo) que una persona así condicione mi vida? ¿A caso no me valoro lo suficiente? ¿Tan poca cosa me creo que dejo en sus manos mi estado de ánimo?
¿Quien es más gilipollas, ella o yo?
Estoy permitiendo que ya afecte a mi chico, que cada día está más cansado de verme llorar tras mi jornada laboral.
¿Por qué no veo estas conclusiones como algo claro y dejo de tomármela en serio?
¡Pero si está zumbada! ¿Cómo puede una persona así llegar a ser encargada de un equipo de trabajo?
La empresa está pensando en echar a una más, y ojalá que sea yo. Así me pagan una pasta, como están haciendo con las 2 que han echado.

De momento frecuento infojobs en busca de algo en relación a mis estudios (diseño), y mañana me iré a hacer la ruta del currículum a tiendas de moda (si no llueve mucho).

Necesito unos zapatos... Si me sale una entrevista, sólo tengo botas militares, converse, y tea parties. Va a ser que no...